Artículo original de la Revista DGT nº 248: [enlace]
La razón de esta medida es que, a nivel internacional, se estima que reducir la velocidad en las vías convencionales es clave para contener la accidentalidad. Según el informe de impacto previo elaborado por el Observatorio de la Seguridad Vial de la DGT, esta norma reducirá “un 10% los fallecidos en estas vías”. “Pequeñas variaciones de velocidad de circulación suponen grandes beneficios en términos de seguridad”, señala Álvaro Gómez, director del Observatorio. Y varios datos apoyan esa idea: en las carreteras convencionales –que soportan el 77% de los fallecimientos en accidentes en vías interurbanas– se producen el 75% de los accidentes con víctimas y la velocidad inadecuada es la causa concurrente en el 20% de los mismos (dato que sube al 37% de los accidentes mortales en vías interurbanas).
Así, en 2017 de los 1.321 fallecidos en vías interurbanas, 1.013 ocurrieron en vías convencionales, “porcentaje que ha oscilado durante los últimos diez años en el intervalo 76-80%”, confirma un informe del Observatorio de Seguridad Vial y la Subdirección General de Movilidad de la Dirección General de Tráfico (DGT). Y la velocidad inadecuada estuvo presente en 400 de esos fallecimientos. Solo en las salidas de la vía con un solo vehículo se produjeron 367 y en la mitad de los casos había velocidad inadecuada. Además, el índice de letalidad –número de fallecidos por cada cien víctimas de accidente– de las vías convencionales es de 2,7, casi el doble al de autovías y autopistas.
“La velocidad tiene influencia directa en la frecuencia y severidad de los accidentes”, señala el informe “Velocidad y Riesgo de Accidente” de 2018 realizado por la OCDE y el Forum Internacional del Transporte (ITF). Este informe recuerda que “con más altas velocidades de conducción, el número de accidentes y su severidad crecen desproporcionadamente” y confirma que reducir la velocidad media 5 km/h en vías interurbanas reduce un 28% los accidentes mortales. Por ejemplo, según el modelo Nilsson –comúnmente aceptado– una subida del 1% en la velocidad media conlleva un crecimiento del 2% en la frecuencia de accidentes con víctimas, del 3% en la frecuencia de accidentes graves y del 4% en el de accidentes mortales.
El estudio de OCDE e ITF concluye que “el diseño de las vías y de los límites de velocidad deben tener en cuenta las fuerzas que el cuerpo humano puede tolerar y sobrevivir” y recomiendan, calificándolo de razonable, un límite de 30 km/h “en todas las áreas donde vehículos motorizados y usuarios vulnerables compartan el mismo espacio”(zonas residenciales, áreas construidas…); en áreas con intersecciones y alto riesgo de colisiones laterales recomienda 50 km/h y en carreteras sin separación de sentidos, para reducir el riesgo en colisión frontal, 70 km/h.
También para la Comisión Europea (CE) la velocidad es determinante en el 30% de los accidentes mortales, y destaca que su exceso aumenta el riesgo de sufrir accidentes y la probabilidad de lesiones graves o de muerte. “La velocidad es clave en la siniestralidad”, resume Peter Broertjers, experto en seguridad de la CE. Y Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, opina que “la reducción de la velocidad es una de las medidas más efectivas contra los accidentes de tráfico”.
Y es que, como señala el informe citado del Observatorio de Seguridad Vial, “la velocidad desempeña un papel fundamental en el tipo de accidente mortal más frecuente en carretera convencional, la salida de la vía”. De hecho, según su director, Álvaro Gómez, “el 36% de las personas fallecidas en carreteras convencionales en 2017 se vieron implicadas en salidas de la vía, de las cuales 1 de cada 2 estuvo relacionada con la velocidad”.
Recientemente Hungría y Suecia redujeron temporalmente sus límites de velocidad en carretera. En el país nórdico, la reducción de 90 a 80 km/h en sus vías redujo un 41% el número de fallecidos.
La velocidad justa no siempre es la que marcan las señales de limitación de la carretera y que constituye la velocidad legal, ni siquiera la aconsejada, también marcada en señales verticales (S-7), sino la de un nuevo concepto que va imponiéndose –velocidad segura– y que apela a la responsabilidad de cada conductor.Hemos intentado explicar estos conceptos en las siguientes infografías:
La razón de esta medida es que, a nivel internacional, se estima que reducir la velocidad en las vías convencionales es clave para contener la accidentalidad. Según el informe de impacto previo elaborado por el Observatorio de la Seguridad Vial de la DGT, esta norma reducirá “un 10% los fallecidos en estas vías”. “Pequeñas variaciones de velocidad de circulación suponen grandes beneficios en términos de seguridad”, señala Álvaro Gómez, director del Observatorio. Y varios datos apoyan esa idea: en las carreteras convencionales –que soportan el 77% de los fallecimientos en accidentes en vías interurbanas– se producen el 75% de los accidentes con víctimas y la velocidad inadecuada es la causa concurrente en el 20% de los mismos (dato que sube al 37% de los accidentes mortales en vías interurbanas).
Así, en 2017 de los 1.321 fallecidos en vías interurbanas, 1.013 ocurrieron en vías convencionales, “porcentaje que ha oscilado durante los últimos diez años en el intervalo 76-80%”, confirma un informe del Observatorio de Seguridad Vial y la Subdirección General de Movilidad de la Dirección General de Tráfico (DGT). Y la velocidad inadecuada estuvo presente en 400 de esos fallecimientos. Solo en las salidas de la vía con un solo vehículo se produjeron 367 y en la mitad de los casos había velocidad inadecuada. Además, el índice de letalidad –número de fallecidos por cada cien víctimas de accidente– de las vías convencionales es de 2,7, casi el doble al de autovías y autopistas.
“La velocidad tiene influencia directa en la frecuencia y severidad de los accidentes”, señala el informe “Velocidad y Riesgo de Accidente” de 2018 realizado por la OCDE y el Forum Internacional del Transporte (ITF). Este informe recuerda que “con más altas velocidades de conducción, el número de accidentes y su severidad crecen desproporcionadamente” y confirma que reducir la velocidad media 5 km/h en vías interurbanas reduce un 28% los accidentes mortales. Por ejemplo, según el modelo Nilsson –comúnmente aceptado– una subida del 1% en la velocidad media conlleva un crecimiento del 2% en la frecuencia de accidentes con víctimas, del 3% en la frecuencia de accidentes graves y del 4% en el de accidentes mortales.
El estudio de OCDE e ITF concluye que “el diseño de las vías y de los límites de velocidad deben tener en cuenta las fuerzas que el cuerpo humano puede tolerar y sobrevivir” y recomiendan, calificándolo de razonable, un límite de 30 km/h “en todas las áreas donde vehículos motorizados y usuarios vulnerables compartan el mismo espacio”(zonas residenciales, áreas construidas…); en áreas con intersecciones y alto riesgo de colisiones laterales recomienda 50 km/h y en carreteras sin separación de sentidos, para reducir el riesgo en colisión frontal, 70 km/h.
También para la Comisión Europea (CE) la velocidad es determinante en el 30% de los accidentes mortales, y destaca que su exceso aumenta el riesgo de sufrir accidentes y la probabilidad de lesiones graves o de muerte. “La velocidad es clave en la siniestralidad”, resume Peter Broertjers, experto en seguridad de la CE. Y Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, opina que “la reducción de la velocidad es una de las medidas más efectivas contra los accidentes de tráfico”.
Y es que, como señala el informe citado del Observatorio de Seguridad Vial, “la velocidad desempeña un papel fundamental en el tipo de accidente mortal más frecuente en carretera convencional, la salida de la vía”. De hecho, según su director, Álvaro Gómez, “el 36% de las personas fallecidas en carreteras convencionales en 2017 se vieron implicadas en salidas de la vía, de las cuales 1 de cada 2 estuvo relacionada con la velocidad”.
Recientemente Hungría y Suecia redujeron temporalmente sus límites de velocidad en carretera. En el país nórdico, la reducción de 90 a 80 km/h en sus vías redujo un 41% el número de fallecidos.
La velocidad justa no siempre es la que marcan las señales de limitación de la carretera y que constituye la velocidad legal, ni siquiera la aconsejada, también marcada en señales verticales (S-7), sino la de un nuevo concepto que va imponiéndose –velocidad segura– y que apela a la responsabilidad de cada conductor.Hemos intentado explicar estos conceptos en las siguientes infografías:
¿Qué es la velocidad segura? Velocidad segura es aquella que asegura que, en caso de accidente, la probabilidad de lesiones a las personas implicadas no supere un determinado umbral. De esta forma: 30 km/h (en zonas de convivencia con vulnerables), 50 km/h (en carreterascon intersecciones) y 70 km/h (en carreteras con riesgo de colisión frontal) son “velocidades seguras”. Además, cada conductor debe tener en cuenta su capacidad y aptitud psicofísica, el estado del vehículo, de la carretera y las condiciones climatológicas, para circular, por debajo de los límites, a una velocidad que le permita frenar, tomar las curvas, adelantar… en definitiva, con tiempo y espacio suficiente para no sufrir un accidente, ni dejar nada al azar. De hecho, las organizaciones internacionales más representativas en seguridad vial defienden la aplicación de los principios del “sistema seguro”. Esto supone pasar de un escenario en el que los límites de velocidad se movían en equilibrio entre las necesidades de movilidad y la seguridad a otro en el que la seguridad es el requisito básico y los demás elementos se supeditan a ella. Este sistema, mediante un límite de velocidad seguro, trata de minimizar las consecuencias negativas de un potencial accidente.
Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OCDE recomiendan un límite de 70 km/h para las vías interurbanas sin separación de sentidos.
Videos relacionados:
Video 1: se contextualiza la siniestralidad de las carreteras convencionales (cada año fallecen 1.000 personas en este tipo de vía);
Video 2: explica que la diferencia de 14 metros necesarios para frenar si se circula a 90 km/h en vez a 100 km/h puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en caso de accidente.
Video 3: informa del cambio del límite de velocidad en carreteras convencionales.
Revista DGT interactiva nº 248: